Daniel Baquero y José Mieles*
La relación económica entre Ecuador y China creció y se diversificó en los últimos años. Hasta 2008 prácticamente se limitaba al intercambio comercial. En ese año las exportaciones hacia el país asiático representaron apenas el 2,1% de la oferta exportable ecuatoriana, mientras que las importaciones desde China significaron el 8,7% del total.
Sin embargo a partir de 2009, cuando China se convirtió en el principal prestamista de Ecuador tras la declaración del default de los Bonos Global, la relación financiera y comercial entre los dos países cambió significativamente. En cuanto al intercambio comercial, el déficit con el país asiático pasó de $1.120 millones en 2008 a $2.637 millones en el acumulado hasta noviembre de 2014 (última cifra disponible). Así, hoy China es el segundo país en importancia como origen de nuestras importaciones, después de Estados Unidos, con la diferencia de que con este último país el Ecuador registra un superávit comercial de $2.817 millones.
Por otro lado, los recursos provenientes de China entre 2009 y 2013, de acuerdo al Interamerican Dialogue, bordearon los $9.900 millones, valor repartido entre diez préstamos, de los cuales se sigue adeudando un porcentaje importante. Tras el reciente viaje del presidente Correa a China, el gobierno anunció que consiguió una línea de crédito que, de concretarse, profundizaría la dependencia del Ecuador hacia un solo prestamista.
El principal prestamista
En 2008 Ecuador declaró que el tramo de la deuda externa correspondiente a los bonos Global 2012 y Global 2030 era ilegítimo y, por lo tanto, se declaró en cesación de pagos. Un año más tarde se recompró gran parte de la deuda a un valor inferior. El monto afectado por esa decisión ascendió a $3.190 millones, equivalentes al 18,9% del total de deuda pública. La decisión de declararse en default dejó al país sin la posibilidad de financiarse en los mercados internacionales. Con la caída del precio del petróleo, la necesidad de conseguir nuevas fuentes de financiamiento se convirtió en una urgencia. A partir de entonces China se consolidó como el principal prestamista para el Ecuador.
En 2007 la deuda externa pública sumaba $10.633 millones, de este total apenas el 0,37% ($7,1 millones) correspondía a deuda con China. La deuda bilateral con el país asiático en 2010 ya alcanzó un saldo de $803,7 millones, equivalente al 9,3% de la deuda externa total. Entre 2011 y 2014 la deuda bilateral con China creció a una tasa promedio anual de 69,1%. Así, en noviembre del año pasado, última cifra disponible, Ecuador le debía $4.748 millones a China, lo que representó el 28,1% del monto total de deuda pública externa.
Una buena parte de la nueva deuda con China tiene al petróleo como colateral. Es decir, como parte de la negociación existió lo que se conoce como ventas anticipadas de petróleo. Según cifras del Ministerio de Finanzas, las ventas comprometidas entre 2009 y 2014 sumaron $5.000 millones, de los que se han pagado $3.157,6 millones, es decir, el 63,2%. Pese a tener al petróleo como garantía, la tasa de interés que se cobró por los préstamos chinos bordeó, en promedio, el 7% (según la poca información que se ha podido conocer sobre las condiciones de esos créditos), cuando las tasas de organismos multilaterales, a los que Ecuador ha acudido nuevamente, se encontraban entre 2% y 3%.
El crudo ecuatoriano actualmente se cotiza en $40 por barril. Por lo que el Gobierno, que presupuestó para 2015 un precio de $79,7, acudió nuevamente a China para cubrir sus necesidades de financiamiento. Los mercados extranjeros, por ahora, no son atractivos por el alto costo que implicaría una emisión de deuda , lo que convierte nuevamente a China en la única opción. La visita oficial del presidente Correa a ese país a inicios de año trajo promesas de crédito por $7.500 millones, de los que llegarían cerca de $4.000 millones este año. Las condiciones nuevamente no son claras, especialmente sobre si los préstamos están atados a proyectos específicos. Si se concretan los préstamos con China en 2015, la deuda con este país se duplicaría y representaría un poco más del 40% del total de deuda externa pública. Mientras que la deuda pública total bordearía el 33% del PIB, acercándose al límite de 40% que establece la ley.
Una relación deficitaria
A partir de 2009 la relación entre Ecuador y China se ha basado fundamentalmente en créditos, explotación petrolera y venta de servicios de infraestructura para proyectos de índole energética. Un ejemplo de esto es la construcción de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, la más grande del país, obra financiada en su mayor parte con un préstamo de China y cuya construcción está a cargo de una empresa de ese país: Sinohydro. Recientemente trece personas fallecieron y doce resultaron heridas debido a un derrumbe en uno de los pozos de presión de la obra, lo que pone en tela de duda las condiciones técnicas y el ambiente en el cual se desarrolla el proyecto.
Ecuador busca replicar en el ámbito comercial el acercamiento con el país asiático en materia de inversión, debido al tamaño del mercado chino. El acceso de los productos ecuatorianos a un mercado, sin embargo, depende de factores como la complementariedad comercial y la capacidad productiva. Por ahora el intercambio con China no arroja resultados positivos para el país.
Entre enero y noviembre de 2014 (último dato disponible), las exportaciones ecuatorianas a China sumaron $ 465 millones, 14% menos que en el mismo periodo de 2013. En tanto, las importaciones provenientes del gigante asiático, entre enero y noviembre de 2014, sumaron $3.102 millones, lo que implica un crecimiento interanual del 3%. Durante los últimos siete años la balanza comercial con China ha sido deficitaria. En 2013 ese déficit alcanzó un nivel récord de $3.940 millones.
En ese año China ocupó el noveno lugar en el ranking de los principales destinos de las exportaciones ecuatorianas, con el 2,3% de total. El panorama es el mismo si se divide a las exportaciones en petroleras y no petroleras: hacia China se dirigió apenas el 2,2% de las exportaciones petroleras y el 2,4% de las no petroleras. La participación de China como mercado de destino para las exportaciones ecuatorianas se ha mantenido por debajo del 2,5% en los últimos siete años.
El 54% de las exportaciones ecuatorianas a China corresponde a petróleo y el 46% restante a productos como camarón, pescado, harina de pescado, desechos de cobre, minerales de metales y banano. De hecho, la mayor parte de las exportaciones ecuatorianas hacia China corresponde a productos tradicionales, lo que demuestra que, pese a su tamaño, China no se presenta como un mercado viable para una oferta de exportación diversificada.
Las importaciones presentan un escenario completamente distinto. En 2013 Ecuador importó $4.508 millones de China, lo que significó el 17% de las compras totales al exterior; y ubicó al país asiático como el segundo mayor proveedor para el Ecuador, solamente por detrás de Estados Unidos. Los principales productos provenientes de China en 2013 fueron: teléfonos celulares y maquinaria. De hecho, el 28% de la maquinaria total importada en ese año provino de China y se destinó especialmente a sectores como el textil, calzado, plásticos y cerámicas.
Las importaciones de vehículos, productos laminados de hierro o acero, manufacturas de plástico, neumáticos, juguetes, artículos para deportes y productos químicos orgánicos también implicaron un monto significativo, ya que sumaron $1.400 millones. El 31% de las importaciones desde China correspondieron, justamente, a esas categorías.
¿Una relación sostenible?
Lograr un intercambio comercial equilibrado con China se muestra como un objetivo difícil para el Ecuador al menos por dos razones. Primero, aunque China es un mercado enorme, el tamaño puede ser también un impedimento porque la producción local no satisface las demandas chinas y esto lleva a que los importadores chinos busquen otros proveedores con una producción a mayor escala. La segunda razón radica en que los bajos costos de producción vuelven atractivos los productos chinos y esto afecta negativamente a la producción nacional, que no puede competir en precios. La presencia cada vez mayor de productos provenientes de China es una evidencia de esto.
Por otro lado, la deuda con China, si bien ha financiado grandes inversiones, ha sido adquirida a plazos relativamente cortos y a tasas superiores a las que ofrecían otros prestamistas. Además, en muchos casos los préstamos chinos han incluido como condición la contratación de una empresa de ese mismo país para ejecutar la obra que se está financiando. La calidad de estas obras ha sido puesta en duda con el accidente en la central Coca Codo Sinclair. En tanto, las ventas anticipadas de petróleo, de las que se tiene poca información, hoy resultan más costosas porque los recursos para el pago de las mismas son menores debido a la caída en el precio del petróleo. Además, se presume que China estaría revendiendo una parte importante de esos despachos, lo que terminaría de inclinar hacia el lado chino la balanza que mide quién es el ganador en la relación bilateral.
*Artículo publicado originalmente en Carta Económica. Enero, 2015