domingo, 20 de noviembre de 2016

Tiko Tiko y la agonía de las instituciones políticas

La inscripción de Tiko Tiko como candidato a la Asamblea Nacional fue la gota que derramó el vaso en redes sociales sobre la situación política que vive el país. En realidad, el descontento creció a lo largo de la semana por la inscripción de candidatos que provinieron desde lo más recóndito de la televisión nacional –realities, programas de farándula, noticieros-.  Sin embargo, la papeleta que nos entregarán en febrero, al margen de causar indignación, es el reflejo de cómo nos miran los políticos ecuatorianos y su concepto de democracia. Por un lado, los políticos consideran que los votantes respondemos únicamente a una cara, es decir a la popularidad del candidato. Su preparación e ideas poco importan si lo indispensable está en reconocer si el candidato es famoso o no. Es cierto que parte de esta responsabilidad recae sobre nosotros que, a lo largo de los años, hemos aumentado la popularidad del sistema mediante votos. Hemos puesto la vara muy baja y hay que pagar un precio. Sin embargo, el peso mayor está sobre los hombros de los políticos que han sacado ventaja del sistema, sin importar su ideología. No importa cómo, ni quién gane la elección, al final lo importante es llegar, no legislar. Es decir, la democracia empieza y termina con votos. Una visión pobre y miope, pero cómoda y privilegiada para defender intereses personales. No resulta sorprendente que este sea el concepto de democracia que manejen los políticos, considerando que en el régimen predomina el “ganen una elección y hablamos” o el “nos vemos en las urnas”. Con esa visión no es posible construir instituciones políticas sólidas en el largo plazo, en donde las instituciones son las “reglas del juego“ que definen y limitan las decisiones que toman los individuos.


Los economistas Daron Acemoglu (MIT) y James Robinson (Chicago) han dedicado gran parte de su carrera al estudio de las instituciones políticas y económicas. De hecho, estos autores presentan evidencia histórica para varios países que argumenta que son las instituciones políticas las que moldean y transforman las económicas, y no al revés. Aunque es posible también que las instituciones económicas determinen las políticas, el caso de Ecuador parece ajustarse mejor al argumento de Acemoglu y Robinson. Los avances positivos en términos económicos después de la crisis del 99, entre 2001 y 2006, no fueron suficientes para impedir el ascenso de un régimen autoritario que terminó por cambiar varias de las instituciones políticas existentes que, lejos de ser perfectas, se apegaban más al concepto de democracia. Las instituciones políticas estaban desgastadas previo al 2007, es verdad; y eso se reflejó en el descontento de la gente, que supo aprovechar astutamente Alianza País. El deficiente sistema anterior fue reemplazado por uno en el que casi la totalidad de las instituciones y leyes creadas, y que deben ser eliminadas, tenían casi como único objetivo concentrar el poder en el ejecutivo. Las instituciones políticas actualmente, por tanto, presentan no solamente un desgaste, sino una lenta y dolorosa agonía que podría alargarse más a partir de febrero de 2017. El problema es aún más profundo de lo que aparenta y los candidatos no lo comprenden, lo que se refleja en sus propuestas, alianzas y, sobre todo, en sus listas de candidatos.  De poco servirá que mejore la situación económica en los próximos años, si las instituciones políticas no protegen los avances que se puedan alcanzar, y, además, si éstas son reformadas a la medida y gusto del presidente y/o grupo de poder de turno. No es cuestión de refundar el país cada cuatro años, ni de defender a una persona o un proyecto político; sino de encontrar una identidad y construir instituciones más allá de los realities, los circos y los intereses personales.

domingo, 29 de mayo de 2016

¿La década ganada?



La década anunciada como ganada merece discusión, sobre todo desde el punto de vista de crecimiento económico. Por lo tanto, no solo es necesario comparar nuestras cifras con el promedio histórico, sino también es oportuno ponerlas en contexto regional; y así tener una imagen que permita analizar con mayor objetividad aciertos, errores, y, sobre todo, los retos que quedan para el futuro.

¿Cerrando la brecha?

Un tema esencial es saber si el crecimiento económico ha sido sostenido, y, concretamente, ver si este crecimiento se tradujo en una reducción de la brecha con respecto a las economías más avanzadas. Es decir, si existió “convergencia” con respecto a estos países. La evidencia muestra que entre 2007-2014 en términos de ingreso promedio por habitante, medido a través del PIB per cápita[1], el Ecuador cerró ligeramente la brecha con respecto a Estados Unidos (gráfico 1). Así, en 2007 el ingreso promedio de un ecuatoriano era 17,4% del ingreso promedio de un estadounidense. Mientras que en 2014 (última cifra disponible para comparar) esta relación fue 20,8%. En otras palabras, un ecuatoriano tiene un ingreso promedio que es una quinta parte del ingreso promedio de un estadounidense. Este avance resulta pequeño si se toma en cuenta que durante estos años el Ecuador vivió su segundo boom petrolero, con un precio por barril por encima de $100 el barril por varios años consecutivos; y, además, si se considera que Estados Unidos sufrió la crisis económica más grande desde la Gran Depresión de 1929.

Gráfico 1: PIB per cápita de países seleccionados en América Latina como % del PIB per cápita en Estados Unidos, 2007-2014 



Fuente: Banco Mundial

Nuestros vecinos, por su parte, cerraron esta brecha mucho más rápido que nosotros. El gráfico 1 muestra que Chile, por ejemplo, acortó la relación de su PIB per cápita con respecto al PIB per cápita de Estados Unidos, entre 2007 y 2014, al pasar de 36,3% a 42,2%,. De igual manera, el caso de Colombia y Perú presentan un ritmo de convergencia más rápido que Ecuador. De hecho, Perú en 2007 se encontraba en un nivel inferior al Ecuador, y aunque la brecha por cerrar es todavía significativa, los resultados son alentadores, a pesar que el ambiente internacional se ha deteriorado[2].  Un caso lamentable es Venezuela que ha deteriorado su situación económica drásticamente.

Es obvio que el tiempo considerado aquí es corto, por lo que una perspectiva de más largo plazo es útil. El gráfico 2 muestra que durante la década de 1990[3], la brecha se estancó para los países considerados, excepto Chile. En este caso el ingreso promedio por habitante pasó, entre 1990 y 2014, de 25% a 42,2%, con respecto al ingreso promedio por habitante en Estados Unidos. El caso ecuatoriano es muy similar al de Colombia y Perú, en donde existe incluso un retroceso en términos de convergencia, en la segunda mitad de la década. Los años con un deterioro significativo para Ecuador son 1999 y 2000, que son los años de la crisis bancaria. Es claro e innegable que en esta perspectiva de más largo plazo, el avance en cerrar la brecha ha sido importante en estos últimos años para el país. Sin embargo, el Ecuador no ha sido un caso aislado, este ha sido un patrón de la región en general, y en el cual han existido ejemplos más exitosos, como se discutió. Venezuela, sin ser una sorpresa, ha sufrido un marcado retroceso, que se aceleró en los últimos años. De hecho, como se observa en el gráfico 2, entre 1990 y 2014 el ingreso promedio por habitante en Venezuela con respecto al ingreso promedio de un estadounidense, pasó de 39% a 32%. A partir de 1999, incluso cae por debajo del nivel de Chile. El mal manejo económico es evidente.

Gráfico 2: PIB per cápita de países seleccionados en América Latina como % del PIB per cápita en Estados Unidos, 1990-2014

Fuente: Banco Mundial

Chile es el ejemplo más exitoso en la región, por lo tanto se puede analizar si el resto de países han cerrado la brecha, en términos de PIB per cápita, con respecto a la economía de mejor desempeño. El gráfico 3 muestra, nuevamente, que Perú y Colombia han cerrado esta diferencia mucho más rápido que Ecuador, que incluso lo ha hecho a un ritmo más lento que con respecto a Estados Unidos. Es decir, los resultados son más “modestos” en términos regionales, si se compara con respecto a la economía de mejor desempeño.

Gráfico 3: PIB per cápita de países seleccionados en América Latina como % del PIB per cápita en Chile, 2007-2014

Fuente: Banco Mundial

Este artículo no ha discutido temas de distribución del ingreso o pobreza. No obstante, Latinoamérica en general ha tenido un década positiva en estos componentes. Perú, por ejemplo, es el caso más exitoso en términos de reducción de pobreza en la última década; y en los últimos años, Uruguay también ha tenido avances destacados, como se aprecia en el más reciente informe de la CEPAL. Un artículo anterior[4] discutió las cifras de crecimiento, gasto público y pobreza, con conclusiones similares a las encontradas aquí. Los avances son para toda la región, con países que han aprovechado de mejor forma las condiciones externas favorables, sin comprometer su estabilidad macroeconómica.

El “milagro” económico asiático en perspectiva histórica

Uno de los casos que sirven como ejemplo de crecimiento sostenido, es el “milagro” asiático que empezó en la década de 1960. Entre los países que registraron crecimiento económico con tasas superiores al 8% por más de 30 años estuvieron: Singapur, Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, principalmente. Este crecimiento se tradujo rápidamente en un recorte de la brecha con respecto a las economías desarrolladas. El gráfico 4 ilustra claramente la convergencia de estos países con respecto a Estados Unidos, en términos de PIB per cápita. El caso de Singapur es el más llamativo. Estos países se recuperaron rápidamente de la crisis de 1997 y también han mantenido un crecimiento sostenido durante la última década. La convergencia es evidente.

Gráfico 4: PIB per cápita de países seleccionados en Asia como % del PIB per cápita en Estados Unidos, 1965-2014

Fuente: Banco Mundial

El éxito de estos países en términos de crecimiento ha sido ampliamente discutido en la literatura y entre sus principales determinantes destacan un significativo y sostenido incremento de la inversión, apertura comercial y un rol importante para el capital humano. Entre sus debilidades se discute el bajo impulso que tuvo la productividad que tuvo en las cifras de crecimiento (ver Krugman (1994), Young (1995), Sachs et.al (1995))[5].

Muchos de estos países tenían un ingreso por habitante menor que varios países latinoamericanos en 1960, aunque las razones detrás de esas diferencias están fuera del alcance y propósito de este artículo (Una discusión interesante se encuentra en este link). De cualquier manera, el crecimiento sostenido es resultado de un proceso de largo plazo; y catalogar de milagro a un periodo relativamente corto es ignorar las lecciones que tiene la historia.

Comentarios finales

La década ha sido beneficiosa para la región en general, no solo para Ecuador.  La evidencia muestra que varios países han cerrado la brecha con respecto a economías más desarrolladas, lo que contrasta con décadas anteriores. Sin embargo, hay países que han aprovechado de mejor forma las condiciones externas para sentar las bases de lo que parece ser un proceso de crecimiento sostenido. Esto no significa que las economías de la región no han sufrido, cada una a su manera, el embate del deterioro de las condiciones externas; sino que varios países están mejor preparados para enfrentarlas. De hecho, se espera que varias economías crezcan por encima del 3% en este 2016, contrario a lo que espera en Ecuador, incluso antes de que ocurra el terremoto.

Por otro lado, es claro también que para alcanzar estos periodos catalogados como “milagros” económicos, se necesitan décadas de crecimiento sostenido basado en políticas adecuadas que miren más allá de sus intereses políticos, como ilustra claramente el ejemplo asiático, que aunque no resulta perfecto, deja lecciones históricas valiosas. La primera y más importante parece obvia: no hay milagros en economía.

Finalmente, quedan más dudas que certezas ¿Por qué no cerramos la brecha más rápido? ¿Qué rol jugaron los factores institucionales? ¿Son sostenibles los resultados de la última década frente al panorama de los próximos años? Estas son solo algunas de las preguntas que necesitan más investigación desde varios campos.

Nota:
El análisis no incluye a Argentina porque en la última información disponible en el sitio del Banco Mundial para el PIB per cápita en dólares de 2011, no habían datos para este país. Si existía información con dólares de 2005, pero para utilizar la última información disponible que permita realizar la comparación entre países se optó por la serie más reciente. Esta serie está disponible desde el año 1990. No obstante, el análisis hecho aquí no cambia si se usa la serie de dólares 2005, disponible en la página del Banco Mundial. 
Para el análisis de Asia se usó la base con dólares 2005 (PPP), para tener la serie desde 1965.






[1] Para que las cifras sean comparables se usó la serie del Banco Mundial de PIB per cápita en dólares de 2011 (PPP). Una explicación de las cifras se encuentra en la sección "nota".
[2] El FMI espera que la economía peruana crezca 3,3%.
[3] En la nota del final se explica porque se toma como punto de partida el año 1990.
[4] “Ecuador y Latinoamérica: crecimiento, gasto público y pobreza ¿un solo modelo?”. Carta Económica. CORDES. Octubre, 2014.
[5] Ver
1)     Economic Reform and the process of Global Integrationº (Sachs et.al, 1995).
2)     “The Tyranny of Numbers : Confronting the Statistical Realities of the East Asian Growth Experience” (Young, 1995)
3) “The Myth of Asia´s Miracle” (Krugman, 1994)

martes, 5 de abril de 2016

Todos queremos crecimiento económico (opinión)

El anuncio sobre el crecimento del PIB en 0,3% en 2015 con respecto al año anterior no es motivo para celebrar. Las predicciones de crecimiento no se hacen para ir en contra de lo que dice el gobierno; y, contrario a lo que piensan por ahí, nadie sufre cuando la economía registra una tasa de crecimiento por encima de las proyecciones de varias entidades. Sin embargo, la cifra sí resulta preocupante, al menos, por dos motivos.
Primero, la tasa de 0,3% muestra que la economía en 2015 prácticamente se estancó. Mientras varias cuentas sufren severos deterioros, como el consumo de los hogares e incluso el consumo del mismo gobierno, especialmente en el último trimestre de 2015, los índices sobre los cuales varios analistas ya han alertado revelan una situación que tiende a empeorar. Más aún, el panorama se complica con las recientes reformas enviadas a la Asamblea, que de poco sirven para aminorar las comprometidas cuentas fiscales. El proyecto asume que el incremento en recaudación dejará al fisco cerca de $300 millones anuales. Lo que no se dice, o peor se discute, es el impacto que tendrá sobre el consumo y, por tanto, sobre la actividad económica que ya de por sí se encuentra a la baja. ¿Dónde están las cifras que muestran que el incremento en recaudación contrarresta la previsible afectación en el consumo y producción? Incluso asumiendo que los impuestos no tendrían efecto alguno sobre estos factores, la cifra que se espera recaudar resulta marginal para un hueco estimado de necesidades de financiamiento que bordea los $10.000 millones. La misma lógica se aplica para los $6.000 millones de necesidades de financiamiento estimada por el gobierno. De hecho, con cifras más claras podríamos incluso discutir con mayor precisión sobre los efectos, positivos o negativos y la necesidad de estas medidas.
Segundo, en términos per cápita, el PIB sufrió una contracción del 1,3% (ver gráfico). Esto significa que los ecuatorianos, en promedio, tuvieron un ingreso por habitante menor en 2015 con respecto al año 2014[1]. Incluso estaríamos prácticamente al mismo nivel del año 2013. La caída es similar a la del año 2009. Sin embargo, la recuperación rápida del precio del petróleo, los fondos con los que contaba el gobierno en esa época, entre otros factores; hacen prever una situación significativamente menos alentadora en este caso.
La política económica, en tiempos de crisis, debe ser más que nunca clara y transparente, para que los agentes puedan trabajar bajo el mejor escenario posible dadas las circunstancias. No obstante, improvisaciones y la falta de un plan claro lo único que reflejan son intenciones políticas por encima de lo que se requiere para enfrentar momentos difíciles. Las previsiones para el 2016 son negativas. Y no, nadie se alegra de que la economía esté en recesión. Todos queremos crecimiento económico. 

Gráfico 1: PIB per cápita (dólares 2007 y variación anual)

Fuente: BCE, INEC


[1] Para la cifra de población se usó la provista por el INEC en sus proyecciones de población, que son las utilizadas por el Banco Central para calcular el PIB per cápita en el Boletín Estadístico Mensual.

jueves, 25 de febrero de 2016

Perdemos tiempo (opinión)

El Gobierno anunció el día de ayer un ajuste en su presupuesto para el 2016. Además, se destacó que, a pesar de que los precios del crudo actualmente bordean los $25 por barril, el país crecería 0,4% en 2016. Sin embargo, estas noticias no reducen la incertidumbre sobre el panorama de la economía ecuatoriana.
Internamente la incertidumbre no se reduce porque la economía se encuentra en recesión y los supuestos en los que se elaboraron el presupuesto son irreales. La sobrestimación de ingresos tributarios es un claro ejemplo de la falta de pragmatismo en la elaboración del presupuesto. Esto no es nuevo, ya que cuando se discutía el presupuesto 2015 con un precio por barril inicial de $79, varios cuestionamientos se hicieron sobre los mismos temas. Aunque es claro que la situación no se encontraba tan deteriorada como ahora.
Los anuncios, externamente, tampoco causan mayor impacto, porque se conoce lo vulnerable que se encuentra la economía ecuatoriana en un contexto de precios bajos. Como se aprecia en el gráfico 1, el pago de los bonos 2015 realizado en diciembre tuvo un impacto casi nulo en el riesgo país, medido a través del EMBI. De hecho, conforme el precio baja más, el deterioro en el riesgo país es mayor. Es verdad que otros factores también influyen, pero queda claro que por ahora su aporte al cambio en la tendencia del EMBI es mínimo.  

Las señales que se deben emitir no necesitan ser irrealistas, sino se requieren cambios concretos. Algunas recomendaciones ya fueron dadas en octubre. La constante negación de los problemas que aquejan a la economía, lo único que provoca es que el tiempo pase y los ajustes que se deban hacer en un futuro sean más duros.