El
anuncio sobre el crecimento del PIB en 0,3% en 2015 con respecto al año
anterior no es motivo para celebrar. Las predicciones de crecimiento no se
hacen para ir en contra de lo que dice el gobierno; y, contrario a lo que piensan por ahí, nadie sufre cuando la economía registra una tasa de crecimiento
por encima de las proyecciones de varias entidades. Sin embargo, la cifra sí resulta
preocupante, al menos, por dos motivos.
Primero,
la tasa de 0,3% muestra que la economía en 2015 prácticamente se estancó.
Mientras varias cuentas sufren severos deterioros, como el consumo de los
hogares e incluso el consumo del mismo gobierno, especialmente en el último trimestre de 2015, los índices sobre los cuales
varios analistas ya han alertado revelan una situación que tiende a empeorar.
Más aún, el panorama se complica con
las recientes reformas enviadas a la Asamblea, que de poco sirven para aminorar
las comprometidas cuentas fiscales. El proyecto asume que el incremento en
recaudación dejará al fisco cerca de $300 millones anuales. Lo que no se dice,
o peor se discute, es el impacto que tendrá sobre el consumo y, por tanto,
sobre la actividad económica que ya de por sí se encuentra a la baja. ¿Dónde
están las cifras que muestran que el incremento en recaudación contrarresta la
previsible afectación en el consumo y producción? Incluso asumiendo que los
impuestos no tendrían efecto alguno sobre estos factores, la cifra que se
espera recaudar resulta marginal para un hueco estimado de necesidades de
financiamiento que bordea los $10.000 millones. La misma lógica se aplica para
los $6.000 millones de necesidades de financiamiento estimada por el gobierno. De
hecho, con cifras más claras podríamos incluso discutir con mayor precisión
sobre los efectos, positivos o negativos y la necesidad de estas medidas.
Segundo,
en términos per cápita, el PIB sufrió una contracción del 1,3%
(ver gráfico). Esto significa que los ecuatorianos, en promedio, tuvieron un ingreso por habitante menor en 2015 con
respecto al año 2014[1].
Incluso estaríamos prácticamente al mismo nivel del año 2013. La caída es similar
a la del año 2009. Sin embargo, la recuperación rápida del precio del petróleo,
los fondos con los que contaba el gobierno en esa época, entre otros factores;
hacen prever una situación significativamente menos alentadora en este caso.
La política económica, en tiempos de crisis, debe ser más que nunca clara y
transparente, para que los agentes puedan trabajar bajo el mejor escenario
posible dadas las circunstancias. No obstante, improvisaciones y la falta de un
plan claro lo único que reflejan son intenciones políticas por encima de lo que
se requiere para enfrentar momentos difíciles. Las previsiones para el 2016 son
negativas. Y no, nadie se alegra de que la economía esté en recesión. Todos queremos crecimiento económico.
Gráfico 1: PIB per cápita (dólares 2007 y variación anual)
Fuente: BCE, INEC
[1] Para la cifra de población se
usó la provista por el INEC en sus proyecciones de población, que son las
utilizadas por el Banco Central para calcular el PIB per cápita en el Boletín
Estadístico Mensual.
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