En 1930, cuando todos los países se encontraban sufriendo
los embates de la Gran Depresión, estaba vigente el patrón oro, que había sido
restaurado después del fin de la Primera Guerra Mundial[1]. Justamente el
patrón oro, que había funcionado relativamente bien en los países
desarrollados[2] en su versión clásica entre 1880 y 1913 por la hegemonía de
Inglaterra, la cooperación entre Bancos Centrales y la mejora en el acceso a
los mercados internacionales[3], evidenció sus limitaciones una vez que las condiciones
cambiaron. Es decir, la rigidez de un
tipo de cambio fijo mostró sus costuras cuando se crearon varios desbalances en
su funcionamiento[4]. En ese contexto los gobiernos, que se encontraban
presionados por la debacle económica iniciada en 1929, tenían tres opciones: 1)
deflación de precios y salarios para restaurar los balances interno y externo
al nivel de oro que poseían; 2) restricciones comerciales y de pagos para
limitar el gasto en importaciones y reducir la salida de oro; y 3) abandonar el
patrón oro dejando así que el tipo de cambio flote (Eichengreen & Irwin,
2010).
La gran parte de los gobiernos en un inicio optaron por
defender el esquema monetario vigente. Por lo tanto, los países elevaron
drásticamente sus aranceles[5] con el objetivo de restringir importaciones y
así evitar mayores desequilibrios en la balanza de pagos. Esto provocó, además,
una espiral de retaliaciones que derivó en una contracción del comercio
internacional. Es importante puntualizar que en esa época no existían organizaciones
ni tratados internacionales como hoy en día, y cada país era libre de aumentar
los aranceles al nivel que quisiera. La situación, sin embargo, empeoró durante
los primeros años de 1930, lo que fue evidente sobre todo en las altas de
desempleo; por lo que eventualmente algunos países optaron por salir del patrón
oro. Los países que abandonaron el patrón oro tuvieron crisis menos
pronunciadas y alcanzaron recuperaciones más rápidas que los países que no lo
hicieron (Eichengreen & Irwin, 2010). Justamente, este grupo tuvo que
imponer controles al tipo de cambio o las ya mencionadas tarifas para sostener
el tipo de cambio fijo, esperando que la deflación restaurara el balance
interno y externo. Sin embargo, los problemas económicos, asociados especialmente
a las altas tasas de desempleo, no mejoraron e incluso se agravaron con las
crisis bancarias empujando el creciente descontento social. La combinación de
estos factores presionó a las ya debilitadas democracias europeas, permitiendo
así el ascenso de partidos radicales que tomaron el poder[6]. Es preciso
puntualizar que el proteccionismo de esos años también se aplicó en América
Latina. De hecho, estas políticas beneficiaron parcialmente a los países
latinoamericanos, lo que, dado el contexto proteccionista de la década de 1930,
creó la percepción de que ese modelo era el indicado para alcanzar el
desarrollo. De esta manera, los países aplicaron estas medidas también después
de la Segunda Guerra Mundial, en un contexto totalmente diferente, con resultados
ampliamente negativos (Díaz-Alejandro, 1983).
Fuentes:
Bordo, M. (1996). “The Gold Standard as a Good
Housekeeping Seal of Approval”. The Journal of Economic History. pp. 389-428
Crafts, N. & Fearon, P. (2010). “Lessons from
the 1930s Great Depression”. Oxford Review of Economic Policy. pp. 285-317
Díaz-Alejandro, C (1983). “Stories of the 1930s
for the 1980s”. en Financial Policies and the World Capital Market: The Problem
of Latin American Countries. pp. 5-40
Doerr, S. & Peydró, J. & Voth, H. (2019).
“How Failing Banks Paved Hitler’s Path to Power: Financial Crisis and Right-Wing
Extremism in Germany, 1931-33”. CEPR Discussion Paper
Eichengreen, B. & Irwin, D. (2010). “The
slide to protectionism in the great depression: Who succumbed and why?”. The
Journal of Economic History. pp. 871-897
Irwin, D (2010). “Did France Caused The Great
Depression? NBER Working Paper
[1] El
sistema tuvo un apoyo creciente de las autoridades después de las hiperinflaciones
de 1918 y la severa deflación de 1920-21 (Crafts, N. & Fearon, P, 2010)
[2] No
así en los países emergentes (periféricos) que habían abandonado varias veces
el sistema en medio de crisis financieras y shocks a los términos de intercambio
(Bordo. M, 1996)
[3] Bordo, M. (1996). The Gold
Standard as a Good Housekeeping Seal of Approval. The Journal of Economic History.
[4]
Destaca, por ejemplo, la acumulación de oro por parte de Francia como uno de
los elementos que agravó la deflación. Ver: Irwin, D (2010). “Did France Caused The Great Depression? NBER
Working Paper. En este sentido, el regreso al patrón oro fue hecho sin
coordinación, en donde algunos países (Bélgica y Francia) adoptaron un tipo de
cambio con una moneda devaluada y otros (Inglaterra) tenían en cambio una
sobrevaloración en su moneda, lo que proveía ventajas significativas a los primeros
(Crafts, N. & Fearon, P, 2010)
[5]
Estados Unidos fue el primero con la tarifa Smoot-Hawley en junio de 1930