Las carreteras en la historia*
La infraestructura de un país es
determinante para el crecimiento económico, no solo porque permite generar
puestos de trabajo; sino porque, incluye a pueblos y ciudades en la dinámica económica.
Asimismo, crea réditos electorales para el gobierno que se encarga de llevar a
cabo estas construcciones; sobre todo aquellos que usan la comunicación de
forma masiva y para difundir esos logros.
El presente artículo trata dos casos importantes en países europeos
luego de la I Guerra Mundial, en los que la inversión en infraestructura y
específicamente en carreteras, trajo aparentes beneficios para la economía de
dichos países y apoyo electoral a sus gobernantes. No se pudo sostener esos modelos
económicos por las bases en los que asentaba su crecimiento, por los daños
políticos y sociales que surgieron dentro de esos sistemas marcadamente autoritarios.
Los réditos electorales debidos a innegables beneficios de contar con mejores
vías de tránsito, fueron magnificados por la propaganda oficial sobredimensionó
los efectos económicos que tendría esa inversión, solamente. Se creó mitos que
hasta hoy persisten en varios países.
Alemania
Alemania fue la gran perdedora de
la I Guerra Mundial. El Tratado de Versalles que estableció los términos de la
rendición condenó al vencido al pago de indemnizaciones de guerra, lo que
afectó el estado de su economía en los primeros años de la década de 1920. De
todas formas como se aprecia en el
cuadro 1, la economía de la República de Weimar (nombrada así después de la I
Guerra Mundial) entre 1919 y 1932 registró un crecimiento anual promedio de
4,6%, a pesar de los problemas existentes de inflación, de desempleo y las erogaciones por indemnizaciones. Aún
endeble la economía, los embates de la
crisis de finales de los años 20 originada en Estados Unidos, produjo entre 1930 y 1932 una contracción en promedio del
5,1% como se aprecia en el gráfico 1. Esto provocó nuevamente el surgimiento
del descontento en la población que vio ascender el desempleo y la inflación.
La situación negativa fue
aprovechada por Adolf Hitler que en 1933 alcanzó su nombramiento como Canciller
y un año más tarde tomó todos los poderes mediante un referéndum ante la muerte
del presidente Hindenburg. El nuevo régimen empezó una gran campaña de
publicidad sobre las obras llevadas a cabo. El gran proyecto conocido como
“Autobahn” se inició en septiembre de 1933. A pesar que en un inicio se esperaba que el
proyecto genere 600.000 nuevas plazas de trabajo, apenas creó 125.000 en su
punto más alto[1]. En
1935 fue inaugurada la primera parte de la “Autobahn” y en 1936 habían sido
terminados cerca de 1.000km de los 9.000km planeados para dicha fecha. Sin embargo, la propaganda llevada a cabo por
el régimen fue importante para generar aceptación de parte de la población
alemana. Como demuestran Voigtlaender, N. y Voth,H. (2014), la construcción de la carretera logró que la
oposición electoral que surgió frente al régimen dictatorial de Hitler
disminuyera significativamente en los distritos atravesados por el proyecto
“Autobahn”. Los mismos autores encuentran que mientras más lejos se encontraba
la carretera del distrito, la reducción en la oposición al régimen era menor.
Ritschl (1998) otro autor que ha analizado la relación entre infraestructura y
política, sugiere que los efectos económicos de la obra pública en el agregado
del crecimiento fueron modestos. Esto
corrobora lo expuesto en el cuadro 1, que muestra un crecimiento promedio de
2,1% en el periodo de gobierno de Hitler; que contrasta con el 4,6% en el
periodo previo.
La economía alemana fue golpeada
severamente durante la segunda Guerra Mundial, lo que ocasionó una contracción
promedio del PIB del 7,7% anual entre 1939 y 1945. En el largo plazo, los iniciales
logros de crecimiento económico no se sostuvieron. La contracción a la que
llevó la II Guerra Mundial a la economía alemana se aprecia claramente en el
gráfico 1, en el que además se observa que el decrecimiento provocado por la I
Guerra Mundial fue similar en magnitud al de la II Guerra Mundial, pero de
menor duración.
Gráfico 1:
Crecimiento Real Alemania (1910-1950)
Fuente: Maddison Project
|
Elaboración: Autor
|
Italia
En el caso italiano el ascenso de
Benito Mussolini al poder se produjo, entre otras cosas, por el descontento que
provocó el Tratado de Versalles dentro del país; además de problemas como:
deudas de guerra, inflación, desempleo y déficits en el sector fiscal. A pesar
de que Italia perteneció al bando que triunfó, las consecuencias post guerra
produjeron un sentimiento de derrota en los ciudadanos. La economía italiana se contrajo en promedio 9%
durante 1919 y 1921, lo que facilitó el ascenso de Mussolini. Una vez que tomó
el poder en 1923, “Il Duce” tuvo tres etapas importantes que marcaron su
política económica. La primera de ellas denominada “Batalla por la lira”, en la que se
buscó revalorizar su moneda produjo un encarecimiento de las exportaciones.
Durante la segunda etapa conocida como “corporativismo” se designaron seis
sectores que servirían como base para el desarrollo y se nombró un ministro encargado
de éstas. Estas decisiones crearon mayor burocracia (se habría duplicado, según
algunos autores), proteccionismo y
subsidios. Además las empresas beneficiadas, durante este periodo, alcanzaron réditos al someterse al gobierno;
sin que esto represente mejoras en productividad. Así, por ejemplo, la
productividad por trabajador en sectores
como la agricultura cayó de 2,2% a 1,6% en el periodo 1921-1938[2].
Finalmente, la etapa de “autarquía” permitió que el gobierno controle de manera
directa toda la economía y destine importantes recursos al gasto militar.
Durante la dictadura de Mussolini se estima que se
construyeron cerca de 6.500 kilómetros de carretera y alrededor de 400 puentes.
Al contrario de lo que ocurrió en Alemania, el gasto en infraestructura no era
el elemento esencial dentro de la propaganda oficial. Los problemas que tenía
Italia obligaron a que el gobierno centre su publicidad en temas específicos
como la “Batalla por el Grano”. La aparición de otras exigencias coyunturales
obligó a manejar un sistema de propaganda con menor éxito que el alemán. La
inversión en infraestructura tuvo poco reflejo en el crecimiento de la
economía, ya que entre 1921 y 1938 la tasa promedio de anual fue de 2,4%. Es
decir, el crecimiento promedio en 17 años apenas superó al crecimiento promedio
de la Alemania Nazi durante los seis primeros años del gobierno de Hitler como
se aprecia en la tabla 1. Además, el
crecimiento promedio de Italia incluso
fue similar al que tuvo Francia durante el mismo periodo, a pesar de que las
políticas llevadas a cabo en el primer caso tuvieron e incluso tienen mayor
publicidad. Al igual que en el caso alemán,
el costo de la II Guerra Mundial para Italia fue alto. La economía se
contrajo anualmente en promedio 6,4% durante dicho periodo. El modelo no provocó ningún milagro económico
y probó que para alcanzar su sostenibilidad política, económica y social; no
era suficiente una alta inversión en infraestructura.
Crecimiento
Promedio Periodo
|
Alemania
|
Eventos
|
Crecimiento
Promedio Periodo
|
Italia
|
Eventos
|
1900-1913
|
1,5%
|
-
|
1900-1913
|
3,8%
|
-
|
1914-1918
|
-8,1%
|
I
Guerra Mundial
|
1914-1918
|
6,0%
|
I
Guerra Mundial
|
1919-1932
|
4,6%
|
República
de Weimar
|
1919-1921
|
-9,0%
|
-
|
1933-1938
|
2,1%
|
Hitler
Canciller
|
1923-1938
|
2,4%
|
Mussolini
Presidente
|
1939-1945
|
-7,7%
|
II
Guerra Mundial
|
1939-1945
|
-6,4%
|
II
Guerra Mundial
|
1946-1959
|
9,1%
|
-
|
1946-1959
|
8,9%
|
-
|
Fuente: Maddison Project
|
|||||
Elaboración: Autor
|
La historia rima
En el caso alemán e italiano existen
elementos comunes que se repiten en varios países hasta la actualidad. Primero,
el descontento general con el sistema de gobierno desgastado por motivos
económicos, principalmente, permite al ascenso rápido de los regímenes
totalitarios. Segundo, un elevado gasto público permite invertir de manera
importante en infraestructura (carreteras) que trae beneficios para los
gobiernos, principalmente en el ámbito electoral. Tercero, las carreteras
sirven como propaganda para difundir los aparentes éxitos, aunque paralelamente
se lleven a cabo medidas que reduzcan las libertades y reduzcan la oposición al
régimen. Finalmente, el modelo fracasa y las cifras económicas no reflejan
mayores diferencias frente a periodos anteriores; por lo que el aparente milagro económico es simplemente
una creación de la propaganda oficial. Este ciclo ha sido parte de la historia
de muchos países y es, incluso, parte del presente de otros; y aunque la historia no se repita de manera
exacta sí rima, lo que provoca riesgos para los buscan imitar este camino.
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