Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos llegarán en un contexto altamente polarizado. Existen pocos consensos en términos de política pública e incluso en las medidas necesarias para enfrentar la pandemia, que demanda un manejo técnico, han primado los criterios ideológicos[1], creando mayor confrontación. Sin embargo, la polarización en la política estadounidense no es un fenómeno reciente y ha aumentado de manera sistemática desde la década de los 80. El presente artículo analiza la evolución de la polarización en el Congreso de Estados Unidos y discute algunas de sus raíces y consecuencias.
La (creciente) polarización en el Congreso
La polarización política puede entenderse de diversas maneras, por lo que puede ser difícil de cuantificar. Por esta razón, para delimitar el análisis, se toma en consideración la distancia ideológica en la lista de votos (roll call) del Congreso[2] propuesta por Poole y Rosenthal[3], variable que ha sido empleada ampliamente en la literatura de ciencia política. La interpretación es que la polarización es más alta a medida que aumenta la distancia en la dimensión ideológica de los votos en el Congreso entre ambos partidos.
Gráfico 1: Polarización en el Congreso estadounidense
Fuente: Lewis et.al. 2018
El Gráfico 1 muestra el incremento acelerado de la polarización a partir de la década de los 80. También es importante notar que el nivel actual de polarización es el más alto desde una perspectiva histórica. De acuerdo con Lee (2016), a partir de los 80, cuando los republicanos obtuvieron una mayoría inesperada en el Senado, el contexto de la competencia electoral tuvo un punto de quiebre, ya que desde 1930 la mayoría en el número de asientos (legisladores) había sido del Partido Demócrata. Este quiebre modificó el comportamiento y los objetivos del Partido Republicano, que decidió buscar de manera más agresiva la mayoría en el Congreso. Para esto también cambió su estrategia, sobre todo comunicacional. Todo esto estaría vinculado a un nivel más alto de polarización. El aumento de la competencia por buscar una mayoría es evidente, por ejemplo, en la reducción de la brecha en el número de asientos entre los dos partidos en el Senado (Gráfico 2), lo que contrasta con lo observado en las décadas previas a los 80.
Gráfico 2: Número de asientos por partido en el Senado
Fuente: Reynolds y Gode, 2018
Como se observa en el Gráfico 3, parece haber una relación negativa entre polarización y la diferencia en el número de asientos en el Senado[4] por año. Esto sugiere que cuando existe una brecha menor en el número de asientos (más competencia) hay una mayor polarización en un determinado año. Además, es importante notar que cuando hay una mayoría republicana (brecha negativa en el gráfico) también existe un alto nivel de polarización. Sin embargo, esto no significa que la mayor competencia electoral sea algo perjudicial, sino que los métodos para buscarla, por ejemplo, a través de estrategias de comunicación más agresivas que apuntan a diferenciarse del otro partido, explicarían en buena medida esta polarización más alta[5].
Gráfico 3: Polarización y competencia en el Senado
Fuente: Reynolds y Gode, 2018; Lewis et.al. 2018
Las posibles causas y consecuencias
Evidentemente la competencia por alcanzar la mayoría en el Congreso no es la única causa detrás de un incremento en la polarización. Otros factores relevantes detrás de esta dinámica son los procedimientos empleados en la Legislatura, el aumento de la desigualdad y la menor disposición de los candidatos moderados para competir electoralmente, lo que abre un espacio mayor para candidatos más extremistas[6] (Hall, 2019; Thomsen, 2014; McCarty, Poole y Rosenthal, 2016).
Las principales consecuencias de la polarización en el Legislativo se sienten en el funcionamiento y la eficiencia de la política pública. Posiciones más extremas se traducen en menores consensos, lo que genera bloqueos en la aprobación de leyes, la toma de “políticas del borde”[7] y dificultades en la aprobación del presupuesto del Gobierno Federal (McCarty, 2019). De hecho, la falta de aprobación del presupuesto ha llevado a diez cierres parciales del Gobierno Federal desde 1980, de los cuales seis ocurrieron bajo una administración demócrata y cuatro bajo una republicana. Pese a estas consecuencias negativas, el panorama general muestra que varios factores se han sumado no solo para sostener el nivel de polarización, sino incluso para aumentarla, lo que sugiere la alta rentabilidad que tendría desde el punto de vista electoral.
Gane quien gane
El presente artículo ha discutido brevemente solo un aspecto de la polarización de la política estadounidense: la legislativa. La dinámica muestra que los niveles actuales no solo son históricamente altos, sino que han crecido sistemáticamente desde los 80. Además, en este último período, la confrontación para marcar claras diferencias con la oposición política se ha consolidado desde lo más alto. Las encuestas para las próximas elecciones presidenciales, que bien podrían fallar, apuntan a una victoria del demócrata Joe Biden. Lo cierto es que gane quien gane, el nivel de polarización y confrontación difícilmente variará si no se atacan problemas estructurales como la desigualdad y la forma de hacer política.
*Artículo publicado originalmente en Carta Económica de octubre.
Notas:
[1] Milosh et.al. (2020) encuentran que la ideología ha influenciado el uso de mascarillas durante el COVID-19. El nivel de voto por Donald Trump a nivel de condado en 2016 tiene una correlación negativa con el uso de mascarillas en esos sitios.
[2] El Congreso se compone por la Cámara de Representantes (House) y el Senado.
[3] Se construye usando la variable DW-Nominate que mide la distancia en las votaciones del Congreso y distingue entre liberal y conservador. Ver Poole y Rosenthal (2007).
[4] Este patrón se repite en la Cámara de Representantes.
[5] Ver Lee (2016).
[6] Hall (2019) menciona que los costos de ejercer como congresista son cada vez mayores, en los cuales destacan los económicos y los políticos.
[7] “Brinkmanship” es la práctica de buscar resultados beneficiosos a costa de empujar eventos al borde del conflicto.
Referencias
Hall, An. (2019). Who Wants to Run?: How the Devaluing of Political Office Drives Polarization. University of Chicago Press.
Lee, F. (2016). Insecure majorities: Congress and the perpetual campaign. University of Chicago Press.
Jeffrey L., Poole, K., Rosenthal, H., et.al. (2020). Voteview: Congressional Roll-Call Votes Database. https://voteview.com/
Milosh, M. et.al. (2020). Unmasking Partinsanship: How Polarization Influences Public Responses to Collective Risk. Working Paper. Becker Friedman Institute.
McCarty, N, Poole, K., Rosenthal, H. (2016). Polarized America: The dance of ideology and unequal riches. MIT Press.
Poole, K, Rosenthal, H. (2007). Ideology and Congress. Taylor & Francis.
Reynolds, M. y Jackson, G. (2019). Vital Statistics on Congress: Data on the US Congress. www.brookings.edu/multi-chapter-report/vitalstatistics-on-congress/
Thomsen, D. (2014). Ideological moderates won’t run: How party fit matters for partisan polarization in Congress. The Journal of Politics. 76(3):786–797.
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